viernes, 27 de abril de 2018

8M 2018 Y TRAS EL JUICIO A “LA MANADA”. GRACIAS, ANA ALFAGEME



https://elpais.com/elpais/2017/12/05/mujeres/1512483973_709963.html. La historia de las que cambiamos de acera al ver un hombre por la noche. Por qué no denuncié las agresiones sexuales que he sufrido, por la periodista Ana Alfageme.

¿Y CUÁNTAS MUJERES A LO LARGO DE LA VIDA, Y DE LA HISTORIA,  NO NOS HEMOS ENCONTRADO EN UNA DE ESTAS SITUACIONES…

Ni queridas ni buscadas, pese a que intenten decirnos, una y otra vez, que es culpa nuestra…?

SÍ, YO TAMBIÉN (ME, TOO). YO TAMBIÉN RECUERDO COSAS…

Por ejemplo,  un día, bajando a la Facultad en Pamplona, sola, un hombre con el que me crucé me tocó un pecho.

Y no recuerdo en qué museo, o sala, en la vuelta del Castillo, el responsable, bajo la apariencia de enseñarme el mejor punto de vista de una obra, se ponía detrás de mí y yo notaba su pene en mi espalda. ¿Por qué no dije algo...? ¿Por qué no me fui...? Primero, porque no me lo podía creer: no puede ser verdad. Y luego, porque estaba sola en ese lugar. ¿Y si cerraba la puerta con llave...? ¿Y si iba a peor…? En ambas ocasiones, tenía 18 años: era mi primer año fuera de casa, en la universidad.

Más tarde, recuerdo en un pub, en Nottingham, al salir de él con un grupo de estudiantes de mi clase de inglés, que uno de los hombres con los que nos cruzamos, me metió un dedo en el culo. Yo iba con falda (y leotardos de  lana) y fue un movimiento tan rápido…, pero supongo que certero, por tantas veces practicado. Entonces tenía 20 años. Y tampoco me lo podía creer mientras lo contaba con estupefacción a una amiga.

Desde entonces, cuando tenía que esperar el autobús, hacía tiempo esperando en el baño de chicas del pub más cercano. Me daba miedo no entender lo que me decían en la parada, y aún más, en la estación de autobuses, con multitud de tipos raros por la noche...

QUIZÁ POR ESO NO ME GUSTA SALIR POR LA NOCHE: NO ME SIENTO SEGURA

Porque hasta que estoy tras la puerta de mi casa, no deja de golpearme el corazón en el pecho. Y no me merece la pena tanto sufrimiento.

Y lo que hay que decir es: lo que se dice a los niñ@s, de pequeños: no se pega, no se insulta  (pero para hacerlo de verdad, no solo como un mantra). Y añadir (que ya todos somos mayores...): NO SE VIOLA, NO SE AGREDE CON LAS PALABRAS, NO SE INTIMIDA… Pero para hacerlo de verdad.

Yo me pregunto, al leer tantos y tantos casos, a partir del movimiento “ME, TOO”: ¿Habrá una sola mujer en el mundo que no tenga escondida en su memoria una sola de estas cosas…?

¿Y LOS HOMBRES…? ¿DÓNDE ESTÁN NUESTROS AMIGOS…?

Cuando menos, la gran mayoría son tibios. Porque tenían que estar ahí con nosotras, exigiendo, reivindicando, acompañándonos. Y lo mismo en los cursos en que se habla de cosas sobre mujeres o llevadas a cabo por mujeres  (donde no hay más de dos hombres por grupo. Si los hay…).

Y tendrían que revisarse, en sus actitudes, palabras y actos, como hacemos nosotras, las mujeres, que nos analizamos y cuestionamos constantemente, y que queremos ser cada vez mejores en el trato con nuestros semejantes, leyendo más, formándonos más, teniendo relaciones de calidad…

Cuando por ejemplo, comparto en facebook una noticia sobre feminismo o que nos afecta a las mujeres, ¿quién me comparte?, ¿dónde están mis amigos hombres? ¿se la leen…? ¿Por qué son siempre mujeres las que están ahí…? ¡Por Dios! Somos sus amigas, sus mujeres, sus hermanas, sus hijas…



ALGUNAS FRASES, PARA QUE LOS HOMBRES LAS MEDITEN, Y SE PONGAN EN NUESTRO LUGAR
“Nos gusta vernos sexys, pero no significa que queramos sexo” (Kate Blanchet, actriz).
“Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos; las mujeres tienen miedo de que los hombres las maten” (Margaret Atwood, escritora).  
Las mujeres han comprado libros escritos por hombres desde siempre, y se dieron cuenta de que no eran libros sobre ellas. Pero continuaron haciéndolo con gran interés porque era como leer sobre un país extranjero. Los hombres nunca han devuelto la cortesía…" (Grace Paley, escritora).
Y UNA COSA MÁS…
Me pregunto: si en los hombres, en los varones, predomina el instinto sobre la razón; si no pueden controlar/frenar sus impulsos con su inteligencia, ¿qué hacen al frente de los países y dirigiendo el mundo alguien que se rige por el pito…? ¿No son un peligro y deberían ser apartados…?
Así lo ve Malagón...
MÁS FRASES PARA LA REFLEXIÓN
“Vivimos en una sociedad que enseña a las mujeres a cuidarse de no ser violadas, en vez de enseñar a los hombres a no violar” (Anónima).
“No es que NO sea NO, es que solamente un SÍ es un sí” (en una pancarta). 

“No aspiramos solo a una vida sin delitos, sino a una vida sin violencia… Hay actitudes que pueden generar miedo o incomodidad a las mujeres, y no son delito, pero hay que reflexionar sobre ellas” (Carla Vall, abogada penalista). 



jueves, 19 de abril de 2018

PASEOS DE PRIMAVERA. A LOS CORRALES DE BUELNA, EN TREN

Martes, 17 abril 2018

27 º C, al sol, a las 16.30 h en la farmacia de Jesús de Monasterio.

En la sala de espera de la estación, la voz: “Prohibido jugar en el recinto…”. Pero si no hay nadie jugando. Esto de las voces grabadas y en diferido…

En el tren, a la sombra, 21 º C. ¡Gracias a Dios! Y eso que, para mí, y mi cuerpo, más de 20 grados, ya es calor…

No hemos llegado ni a Valdecilla y ya nos hemos parado. Menos mal que voy con tiempo.
10 minutos en dique seco y sin saber por qué, como siempre…¿Será por el tren que viene…? En la última parte del Parque del Agua hay dos argayos.

La ropa flamea en los tendales al aire del nordeste, en Muriedas. Tengo un sueño atroz: esta mañana me he levantado a las 4…


Me encantan las casas con tejas en las paredes exteriores. Así me parece que nunca entrará el agua, que se desliza hacia el suelo.

Los asientos siempre me cortan los muslos. Deben estar hechos para alguien que mida 1´70 m, al menos…

Las hojas están todas fresquitas y jugosas, de verde luminoso y claro, recién nacidas en los árboles. En los campos están haciendo la primera siega de la primavera, cerca de Zurita. Han salido vinagreras, la flor del aro y distingo flor de cuclillo en las zonas más húmedas. Un ratonero, de espaldas al ferrocarril, observa su campo de acción en un roble junto a las vías.

Ya teníamos que estar en Lombera, pero aún andamos en la estación del norte, en Sierrapando. Llegamos a Lombera con 15 minutos de retraso. 21 º C.


La gente está con las segadoras de mano en los jardines, o con los “federicos”, esas máquinas que son como los aspiradores redondos, que andan solos por la casa.

Andando, andando, llego hasta la salida que cojo cuando voy al Centro Social  La Rasilla, al otro extremo de Los Corrales.


La plaza donde está la biblioteca (La Pontanilla) está llena de árboles floridos y, antes, dejo atrás el cementerio, donde veo dos mausoleos, uno de ellos cubierto de hiedra.


Me paro a tomar un té y una porción de tarta de zanahoria (¡adiós a mi dieta disociada…!) en “Diablillos Cake. Bakery and Coffe”, un sitio grande, de techos altos, en tonos pastel,  con mesas de madera envejecida.


De vuelta al apeadero, tras la charla en la biblioteca Guillermo Arce, huele a hierba recién cortada, uno de mis olores favoritos. En la estación, unos chavales juegan al balón  que, a menudo, va a parar a  las vías, ¿no tendrán otro sitio…? Ni caso al paisaje tan maravilloso que tienen a su alrededor.


Los pájaros van volviendo a sus descansaderos para dormir ahora que se hace la noche. El paisaje desde el tren parece un teatro de sombras…



lunes, 9 de abril de 2018

UN ÚTERO MIOMATOSO


Eso ponía en el diagnóstico para la operación. “Ahora tiene ese apellido, pero lo puede tener peor ”-me insinuó el médico de cabecera, a quien no entendí al principio.

Como me habían dicho que lo tenía muy grande y con muchos miomas, algunos también grandes, yo pensaba que mi útero pesaba kilos y que, al quitármelo, rebajaría unos cuantos de mi volumetría. Pero al leerlo en internet, todas mis esperanzas se vinieron abajo: “un útero normal mide entre 6 y 9 centímetros de longitud y pesa entre 70 y 100 gramos”. Como el relleno de un bocadillo. ¡Pues vaya...!

A medida que se acercaba el día, toda mi obsesión era mantener las rutinas de mi actividad diaria, para no pensar (era la primera vez que pisaría un quirófano en 47 años): media hora de piscina, para tener los músculos lo más fuertes posible, previendo los días de descanso forzoso; la compra, las comidas, mis series favoritas, los trabajos de investigación…

“Lo que tenga que ser, será”, me repito a mí misma para darme confianza. Solo quiero estar segura de que es mi ginecóloga la que me opera, con mi historial y no el de otro. Me espeluznan esos errores médicos de “se iba a operar de un ojo y le operaron del otro”, del sano,  o, peor: “se iba a operar de un ojo y salió sin una pierna”...

Otra obsesión que tengo en mente es reanudar pronto, sin prisa pero sin pausa, la vida diaria tras la operación. Poder ducharme cuanto antes, -estoy mortificada con “los malos olores” y sentirme guarra-,  volver a la piscina y retomar el trabajo, mis viajes y desplazamientos.

“En un tiempo no podrás coger pesos ni llevar pesos” -me advierten. “Si lo haces, la recuperación será más larga”. Solo espero que no me pongan, como a mi madre, un saco de garbanzos “en la panza”, que dirían en una telenovela. Debe de ser para que no se desplacen los menudillos que te quedan por ahí dentro tras quitar el útero...

Bueno, al menos he dejado mi casa más o menos ordenada; registré mi documento de voluntades previas -por lo que pudiera pasar-, y hace años que redacté un testamento básico.

La fecha de la operación no se la he dicho a casi nadie, aparte de mi familia. Me horrorizan esas tertulias en los hospitales, con enfermo doliente de por medio, y la gente yendo de merienda  o a pasar la tarde a la habitación de un recién operado, ignorando sus necesidades fisiológicas y de intimidad, o dando por hecho que está encantado de recibir visitas de tres o cuatro horas.

Tengo que echar un último vistazo al listado de cosas que me quiero llevar para mi estancia de una semana, mínimo: un antifaz para las interrupciones intempestivas; un abanico, no soporto el calor de los hospitales; colonias y cremas olorosas varias; una radio para oír música, algún libro de bolsillo ameno…Y un bastón.

DESPUÉS DE LA OPERACIÓN

Antes de darme el alta, la ginecóloga me leyó a toda prisa el informe sobre el análisis de mi útero. Siempre me he preguntado por qué -para los simples mortales- no ponen el diagnóstico en cristiano, aunque sea entre paréntesis. Como los nombres de los pájaros… Este era una sucesión de latinajos y términos técnicos del que solo conseguí sacar en claro “hiperplasia en el endometrio”. “Ya lo miraré en internet cuando llegue a casa” -pensé para mí.

Al hacerlo, entendí lo del apellido del médico de cabecera. La hiperplasia podría ser precursora, en el futuro, de cáncer endometrial. Pero yo me lo he quitado justo a tiempo. Aproveché también para mirar imágenes de úteros miomatosos. En internet se puede encontrar de todo. La verdad es que los dibujos eran bastante denterosos. En cuanto al peso, mi útero, con todos sus habitantes, casi alcanzaba un kilo, así que nada de 100 gramos. Como tener un niño prematuro de 950 gramos.

Al sexto día después de quitarme las 17 grapas, se me empezaron a rizar los puntos de papel que me había puesto la enfermera antes de abandonar el hospital. En internet, en un blog de madres de hijos con brechas, hablaban de cuatro o cinco días, y yo ya empezaba a desesperar. Lo mejor fue que al preguntar a la ginecóloga si estos se caían solos o tenía que hacer algo, ella me preguntó: “¿Pero qué puntos de papel…?”. Así que mañana, después de la ducha, que estarán más blanditos, me los arranco.

Me hubiera gustado que me dieran las recomendaciones por escrito, como hace la Junta de Andalucía, pero, en su defecto, me las he sacado… de internet. Pones “Recomendaciones después de una histerectomía”, y todo el mundo te da consejos y te cuenta su experiencia. Es fantástico.

-       “Se desaconseja el encamamiento prolongado por riesgo de trombosis”.

Y porque si no te da un dolor de espalda que te mueres -añado yo.

Los médicos te ponen una sonrisa sardónica cuando les dices que has buscado esto o lo otro por internet. Como si creyéramos al oráculo en vez de a ellos, pero a mí, lo cierto es que internet me ha despejado dudas, me ha aclarado cosas, ha relativizado mis miedos…Y a veces me ha dado más comprensión y apoyo que los profesionales en persona.

Lo único que no he conseguido encontrar es “Cuándo salir a la calle”, así que lo he hecho cuando me lo ha pedido el cuerpo. Eso sí, muy despacito para que los pasos no me retumbaran en la tripa. En el hospital, no me había atrevido a salir de la habitación, más que nada porque mi hermana me decía que la gente, en vez de ventilar abriendo la ventana de su cuarto, abría la puerta del pasillo y todas sus miasmas iban a parar a los lugares comunes. Y yo no quería irme a casa con algo que no tenía…

TRES SEMANAS DESPUÉS

Tengo un punto interno que es como si al coser hubieran cogido dos telas a la vez.

Ya he dejado de sangrar.

Me pica y tengo desescamada la piel de la tripa, donde estuvo el esparadrapo del principio, a pesar de la crema y del aceite de rosa mosqueta.

En uno de los puntos externos hay un bultito, como un quiste. Espero que no me tengan que volver a operar por eso...

Aunque de la operación no tengo recuerdo, sí lo tengo de la sonda que me pusieron tres horas antes  “porque a las 3 cambia el turno y bla, bla, bla…”. O sea, por facilidad suya, que no mía.

También recuerdo a una enfermera joven y bruta que casi me explota la vena de la vía porque para limpiar el conducto obstruido, metió suero con todas sus fuerzas.

O cuando me quitaron el drenaje que, menos mal que me dijeron el truco de coger aire por la boca y, mientras lo pensaba, sacó el conducto a toda prisa, porque la sensación es bastante desagradable: es como si un látigo pasara entre varias gelatinas moviéndolas como un colchón de agua y, a la vez, una fricción que produce calor como cuando te tiras por una cuerda con las manos sin guantes. En fin, que no quiero volver a pasarlo. Y luego, ¡podían dejar el drenaje del lado opuesto a la puerta por donde entran las visitas!,  porque ver una botella de plástico llena de sangre no es la imagen más agradable cuando vienen a verte. Es como si fuera un vampirito…

[Relato escrito en 2009]