miércoles, 27 de abril de 2016

DIARIO DE UNA VIAJERA EN AUTOBÚS (9). ASTILLERO. Las Marismas Blancas

[A cuenta de un desgarro en el talón, he estado en dique seco -haciendo tan solo pequeños paseos urbanos- el pasado trimestre. Tras la infiltración, renuevo con brío mis “viajes en autobús”...].

Miércoles, 27 abril 2016

8.15 h. 11 º C. Por fin, una salida de nuevo. Con mi talón infiltrado y sin dolor.

Día glorioso. Nada que ver con lo que anunciaban hace unas jornadas. Cuando, con  mucha antelación, dicen que va a hacer bueno, hace malo. Y al revés…

A las 8.30 h cojo el autobús S1 a Astillero en la estación de autobuses. El conductor no tiene ni idea de dónde he de bajarme: “¿Son las marismas de Alday…?”. Lo cierto es que no veo ninguna indicación ni señalización, así que me bajo en el final de trayecto y, preguntando, he de volver atrás.

Una paseadora de perro me dice que tengo que cruzar el pueblo hacia las grúas amarillas del astillero. Cojo un sendero junto a la vía del tren, compartido por peatones y ciclistas, con el hotel Las Anclas en el horizonte.


En el estanque, lago, o lo que sea, veo unos patos con cabeza roja: ¿porrón europeo…?

Sigo por debajo de la iglesia en dirección a las enormes grúas amarillas y encuentro la primera indicación (pequeña): señala, de frente, las marismas negras  y, a la derecha, las marismas blancas (hacia la Casa de Cultura y Biblioteca Miguel Artigas).


Paso delante de la estación de tren de El Astillero y junto a las grúas impresionantes.

Al fin llego a un sitio reconocible (de cuando hice las Marismas Negras). En el campo, una sinfonía de rojos: trébol, vinagrera, geranio de San Roberto, flor de cuclillo – que indica humedad- en las cunetas, junto a berros de prado… Los majuelos, de hoja de perejil, ya están en flor. Veo llantén, ortigas, botón de oro…


A las 10 h empiezo a dar la vuelta a las Marismas Blancas frente a la nave de Original Country.

Al llegar al cartel de la ampliación de las marismas, tomo el camino de la izquierda más cercano a la charca. La vegetación sobrepasa mi cabeza y colmata la marisma. Apenas he visto unas fochas en el primer caseto de observación.


Hay muchos caminitos que sirven a la gente de circuito de running. Cada vez que hay una bifurcación, intento coger el sendero que me parece más cercano al agua.

Frente a la isla de Pedrosa, unos pescadores echan la caña a pesar del cartel advirtiendo de sustancias nocivas para la salud en las aguas. Supongo que, si sacan algo, lo devolverán...

No tardo mucho en dar la vuelta a pesar de lo que me paro. A las 11 y pico estoy en la sidrería Viento del Norte tomando un café y un pincho. Una paseante me ha traído de vuelta a la ciudad atravesando donuts.

Al final, la mejor parada para acceder a las Marismas Blancas va a ser la misma donde me bajé para hacer la Marisma Negra, la de Guarnizo…


http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2016/01/diario-de-una-viajera-en-autobus.html. Mi relato sobre Las Marismas Negras (Por si queréis poneros al día…).





viernes, 1 de abril de 2016

RELATOS DE LA INMIGRACIÓN. LA ESCENIFICACIÓN DEL TERROR

El 11 M tuve que obligarme a apartarme de la tele, para que no me pasara como el 11 S: 9 horas – de las 3 a las 12- sentada ante el televisor, incrédula, conmocionada.

Recuerdo que  fui a la piscina y luego salí a hacer unas fotocopias, pero iba por la calle como ausente, sin mirar a nadie.

Murakami, en uno de sus relatos, agrupados bajo el título Después del terremoto, verbaliza esa misma situación: “Estuvo cinco días enteros sentada frente al televisor. En silencio, con los ojos clavados en las imágenes…”.

P.S.1. Ha ocurrido de nuevo, en París (V 13 noviembre 2015). Las mismas imágenes, repetidas una y otra vez por las televisiones. He tenido que dejar de verlas porque soñaba por la noche.

P.S.2. Y en Bélgica, hoy 22 de marzo de 2016… No importa el sitio: una sala de fiestas, un aeropuerto, el metro… Cualquier lugar sirve para escenificar el terror. En Occidente. Y también en Oriente, aunque no le prestamos la misma atención. Parece que el terror  también tuviera “clases”…

“Entre 2000 y 2014 solo el 0´1 % de los atentados se ha producido en Europa Occidental. Por el contrario, el 87 % han tenido lugar en países de mayoría musulmana”…

Recoge Svetlana Alexiévich en Los muchachos de zinc sobre la guerra de Afganistán, contado por un soldado ruso: “… Amontonábamos juntas todas las armas que cogíamos, como trofeo: las de producción china, americana, paquistaní, soviética, inglesa…”.

Vendemos armas. Y con el efecto boomerang, nos vuelven…
P.S. 3. [En Bruselas] “Muchos han perdido las piernas…”. Como cuando ponen las minas y las bombas mariposa en Afganistán (película Kandahar).  También me viene a la mente la dura película En el valle de Elah, sobre la guerra de Irak. Y recuerdo las palabras de Ana Mª Matute, hablando del bullying y el acoso – aunque entonces aún no se le daba este nombre: “Siempre hay unos que aporrean a los otros, y no porque sean más fuertes, sino porque unos quieren aporrear y otros no”…
[La imagen me ha llegado a través de facebook].