El pasado jueves, como no pasé
por ningún pueblo, hice 7 kilómetros… y me quedé destrozada, así que hoy
empezaremos viendo primero todo lo que haya que ver. Me dejé muchos carteles
rosas (los que indican el patrimonio), así que antes que nada, me daré una
vuelta por la cultura.
En la entrada donde me deja
el bus, pone: Iglesia románica de Soto Iruz, y Casa de Lope de Vega, 12 (esto
es, a 12 kilómetros). Cuando leí que había un monumento a Santo Domingo de la
Calzada, no imaginaba que estuviera ahí mismo, en mitad de la isleta. “Patrón
de los Cuerpos de Obras Públicas”. El monumento es de 1955. (Pero no sé por qué
aquí, a la entrada de El Soto…).
En Memorias de un ingeniero político, lo cuenta el propio ministro del
ramo, ingeniero de caminos él mismo:
“Me deparó la ocasión de estar en el Ministerio el poder
cumplir el deseo exteriorizado algunas veces por los compañeros de profesión,
referente a designar un Santo Patrono para el Cuerpo. Y me ocupé de ello, nombrando a tal
efecto a Santo Domingo de la Calzada.” (Memorias
de un ingeniero político, por Antonio Peña Boeuf, 1954).
Santo
Domingo de la Calzada es Domingo García, pastor de ovejas, nacido en Viloria de
Rioja en 1019. Tras intentar ingresar en varios monasterios benedictinos
infructuosamente, se retira a los encinares de Ayuela y allí construirá -entre
otras cosas- un puente y un hospital y albergue de peregrinos, cerca del lugar
que luego se conocerá como Santo Domingo de la Calzada, en el Camino de Santiago
francés.
Día 4. Jueves,
19 de noviembre de 2015
A las 8.05 h apagan las
luces de la calle: se supone que ya hay luz natural suficiente.
Sigue doliéndome el talón,
así que en la bota izquierda me he colocado una talonera de silicona para
amortiguar los golpes. Dicen que el fin de semana llegará el invierno de
repente, con nieve y todo en las montañas, así que tengo que aprovechar. 15 º
C a las 8.09 h, no creo que lo vuelva a
ver más en lo que queda de año.
Llegando a la estación de
autobuses de Santander, me huele mucho a mar. ¿Estarán cociendo caracolillos en
algún sitio…?
2´15 euros a El Soto.
Hoy una señora le ha quitado el sitio al
señor habitual en la primera fila de la derecha. Él se sienta al izquierda,
detrás del conductor. De perfil, con el pelo largo y las gafas, me recuerda a Paco Umbral.
Ya saliendo de Santander, de
repente, recuerdo que quería colocarme en la banda izquierda para ver el paisaje
de ese lado. Cuando voy sentada en la parte derecha, tiendo a mirar el paisaje
de ese lado. En el cielo, las nubes dibujan una espina de pescado.
-“¡Para, Cesáreo…!”. El
conductor casi se deja a la chica de la pareja de enamorados.
El campo está precioso, con
las sombras alargadas.
En Puente Viesgo, se baja
una mujer joven; quizá trabaje en el balneario. Detrás, deja flotando una máxima: “El
trabajo, ahora, es salud…”.
Al apearme en El Soto, a las
9.15 h, hay 13 º C. El tráfico pasa a toda flecha. El mesón restaurante Santo
Domingo, al otro lado de la carretera, parece a estas horas, parada de
camioneros, cazadores/pescadores, jardineros…
Leo ahora bien los carteles:
Iglesia románica de Iruz y Casa de Lope de Vega 12 (kilómetros).
Me tomo un cortado (1 euro,
y aprovecho para ir al baño) en el primer bar que veo, a la izquierda, tras
tomar la desviación. En la tele, siguen con el
atentado terrorista de París, y la chica de la barra, comenta: "Un musulmán ha
dicho en tuiter que las mujeres que llevan colonia son unas fornicadoras…”. Los
señores en la barra, se ríen: “Claro, y ellos pueden tener diez mujeres…”.
La torre de la iglesia de
Soto Iruz, en la lejanía, me recuerda a la de uno de esos castillos franceses
del Loira. En la antigua estación de El
Soto ahora pesan, o han pesado, camiones.
Tengo apuntado que en el año
1972 pasábamos en coche hacia Madrid por El Soto, así que han debido de cambiar
la carretera…Junto a un árbol enorme (no
saben decirme lo que es. “Parece un pino. Pregunta en la farmacia…”), el
gimnasio El Soto. Enfrente, la torre octogonal del antiguo convento
franciscano (http://www.monasteriodelsoto.com/inicio.htm), hoy Casa diocesana de
acogida y espiritualidad, según se lee en el cartel. Por el otro lado, intento
encontrar la explicación a por qué hay una estatua del compositor Juan Carlos
Calderón en ese lugar. Ni nació ni murió en El Soto, tampoco veo que haya
compuesto ahí una de sus obras más conocidas o que diera un concierto que aún
permanezca en su memoria…
La aclaración me la dará, más tarde, Pedro
(Díaz-Obregón Barajuan), artífice del Museo Pobre del Pintor: “Aquí tenía una
casa y se tomaba los blancos…”. También le pregunto por el árbol: “Una
secuoya”. “¿Y por qué el nombre: Museo Pobre…?”. “Porque es pequeño y
necesitaría más espacio para que los cuadros respiren”.
Pedro ni cobra, ni acepta
propinas ni vende sus cuadros, pero está encantado de enseñarlos y de hablar
con quien tenga tiempo y nada de prisa. Me dice que en tiempos fue copista del
Museo del Prado y que ahora, jubilado, se dedica a hacer creaciones y
recreaciones de cuadros -basándose en la actualidad, la crítica y el
compromiso-, y a practicar con el hierro y otros metales. Merece la pena parar
un rato y escuchar sus explicaciones. http://museopobredelpintor.blogspot.com.es.
Cuando retomo la Vía Verde
por detrás del monasterio, se me han hecho las 11.
Pasando bajo un puente,
cerca, huele a chon, a cochiquera, a gallina o a mierda puritita. Más adelante,
frente a una estabulación, veo vacas en un prado que parece más un patatal.
Cuatro bañeras desechadas les sirven de abrevaderos. En las inmediaciones,
libres, se pasean todo tipo de animales: un gallo, un minino…La cuneta está
toda llena de ortigas, ¿por el nitrógeno…? En un montón de heno picotean
gallinas negras. ¿Dejarán ahí sus huevos…?
Estoy en Penilla de Toranzo, según leo en un
letrero, paralelo a la Vía, en la carretera. Este tramo, entre Puente Viesgo y
El Soto, está muy transitado por bicis y paseantes.
Paro en un banco frente a
unos avellanos a comerme mi sanwich de tortilla francesa. De repente, recuerdo
que las gallinas pudieran tener piojillo y me levanto como una flecha. El
pájaro que yo llamo “tit-tit” no es una lavandera – como me dijo en su día un
paisano en la estación de Ribadesella.
Lo acabo de ver mientras pía y es muy, muy pequeño, pero no una pisondera. ¿Un
chochín, un mosquitero…?
Buscando una casona con
portalada que veo en la distancia, llego a
una finca enorme que ya incluye el monte, detrás. Rodeo la tapia de
piedra unas decenas de metros, sin ver el final, y me doy la vuelta.
Ahora, en la Vía, voy entre
nogales y avellanos. De repente, un letrero: “Bar a 20 m”. ¡Me encanta! Otro
bar a 50 m en el letrero que te dirige a una maqueta del pueblo de Penilla.
Parece que en Penilla les gusta indicar el camino a sus bares… A las 12 h en la
cantera. ¡No te digo…! Otro bar a 100 metros. Empiezo a pensar que sea el mismo
todo el rato, del que me voy alejando.
El cielo se va “enmarañando”
con nubes, que dicen en la tele. En la cantera hay un ruido infernal de fondo,
y mucho polvo.
A las 12.15 h creo estar
ante el monte de la cueva de El Castillo, sobre el río. Están segando las
cunetas con máquina antes de que llegue el frío; la última segada, la
“otoñada”.
Llego al parque de
Corrobárceno, y ya sé dónde estoy: tantas veces hemos paseado hasta aquí desde
el balneario cuando éramos niños.
Cruzando sobre el río,
parece que las hojas de los chopos se mueven a su son. Los alisos se reflejan
en la corriente, más bien, lámina, de agua. Dos azulones se dejan llevar por la
corriente. El viento ya sopla “gallego”, aunque suave.
Si me hubiera traído el
traje de baño me hubiera ido al “Templo del Agua” a relajarme un rato. Lástima
de olvido…
Como tengo tiempo antes de
que venga el autobús, decido intentar
comprar un sobao en la panadería, pero como no venden sueltos (lo mínimo, 6, a
seis euros), me llevo unas galletas de mantequilla (ricas, pero duras como una
piedra, como comprobaré después). Luego, me siento a la sombra en la parada, a
esperar. El autobús pasa a las 13.25 h así que, entretanto, me como una
mandarina y casi me dejo los “piños” en la galleta.
Estando ya a salvo en el
bus, las nubes vienen con la tripa negra. Por la zona de Corrales, se alza la
columna de un incendio. A las 13.30 h se nubla. Cuando llego a Torrelavega, los
termómetros todavía marcan 22º C…